EntrevistaFOTOGRAFIAS: CAMILA CUNHA

Pasos lentos contra el cáncer

El oncólogo Nelson Kalil compara el tratamiento de los pacientes en Brasil y en EEUU, donde trabaja

Radicado en EEUU hace más de dos décadas, el oncólogo Nelson Kalil conmemora los avances contra el cáncer y lamenta que los pacientes brasileños no tengan acceso universal a los nuevos medicamentos, que muchas veces conllevan a la remisión completa de la enfermedad. Pero ese sería un paso siguiente. Para él, el País necesita ante todo enfocarse en el diagnóstico precoz y en la prevención de los factores de riesgo, como el abandono al cigarrillo, la práctica de ejercicios físicos y la aplicación de vacunas, por ejemplo, contra el HPV (papilomavírus humano). “Si no hay esa mentalidad, estará en el mismo nivel en 20 años”, advierte. Los médicos no pueden quedarse esperando por los pacientes en los consultorios; necesitarán buscarlos, complementa.

La ampliación del alcance de los tratamientos es uno de los desafíos del convenio entre la PUCRS y la Fundación Nelson Kalil, creada por el médico, que hizo el grado y la residencia em la Universidad. Donaciones de sus pacientes de EEUU y de uma red de expertos, además de otras entidades, serán destinadas a la asistencia, en el Hospital São Lucas, y a la actualización de médicos y profesores de la Escuela de Medicina en nuevas tecnologias para el diagnóstico y tratamientos individualizados. Médicos de universidades norteamericanas vendrán a Porto Alegre a oferecer capacitaciones o grupos de brasileños irán a EEUU. También se prevé el desarrollo de áreas de excelencia en Oncología y Neurooncología. El vicerrector Jaderson Costa da Costa cree que el ejemplo y el éxito de la iniciativa pueden estimular la creación de esa cultura en Brasil.

Kalil concluyó residencias en Medicina Interna en el Jackson Memorial Hospital/Universidad de Miami y en Oncología y Hematología en el National Cancer Institute y National Heart, Lung, Blood Institute, National Institute of Health y Johns Hopkins Hospital. Nunca perdió los vínculos con la PUCRS. Durante la visita al Rectorado, concedió entrevista, hablando sobre los tratamientos y la formación de los profesionales.

¿Cómo usted concilia la clínica com la investigación?

Esa integración es muy frecuente y esperada en Estados Unidos. Aun el médico del consultório realiza pruebas con nuevas drogas o su validación, manteniendo una conexión muy fuerte con la compañía farmacéutica para autorizar protocolos y permitir que los pacientes tengan acceso a los medicamentos, independentemente si será relacionado o no a una universidad. Si el tratamiento estándar no es adecuado, el paciente puede participar de un protocolo experimental. Eso es importante porque 95% son tratados en los consultorios. En Brasil, el médico debe estar vinculado al médio académico, por una cuestión de calidad y seguridad.

¿Qué costos el paciente debe asumir en Estados Unidos?

El seguro médico cubre la consulta y las medicaciones aprobadas por el FDA y/o por protocolos de rutina clínica publicados y actualizados después del consenso de los principales centros académicos. Costos adicionales, como la administración de la droga, la enfermería, etc., van para el protocolo clínico. El paciente sin seguro pasa por una evaluación y, en 24, 48 horas, recibe una respuesta si la compañía farmacéutica va a cobrir la medicación. Es un porcentaje pequeño.

“El porcentaje de pacientes con acceso a tratamientos gold estándar en Brasil es mínimo. Participando de protocolos clínicos, es aún menor.”

¿Qué hay de más avance en el tratamiento?

Hace 15, 20 años, la mayor parte de los pacientes era internada. Hoy el 99% de los procedimientos son ambulatorios. ¿Por qué? Por la calidad de las enfermeras y por el soporte al uso de la medicación, para evitar náusea y complicaciones, prevenir infecciones. Eso reduce el costo. Los médicos que hacen esos protocolos son investigadores del FDA (Food and Drug Administration) o, como mínimo, tienen certificación en la especialidad por el American Board of Internal Medicine. El punto clave hoy son los agentes biológicos, medicamentos como terapias dirigidas, que inhiben la proliferación de células cancerígenas con mutaciones específicas, y la inmunoterapia. La tolerancia es excepcional. El ex presidente Jimmy Carter, con melanoma en el cerebro, muy agresivo, tiene más de 90 años, sigue trabajando en su organización y está con remisión completa hace tiempo. La expectativa de vida sería de pocas semanas. ¿Qué se ve en el futuro? Menos pacientes sometidos a la radioterapia y a la cirugía y disminución de las internaciones, además de mayor número en protocolos clínicos. Lo que se está discutiendo ahora es la combinación ideal: agentes biológicos, incluyendo radioterapia con avances tecnológicos, como terapia de protones, ya disponible en varios centros académicos.

En Brasil, ¿el SUS (Sistema Único de Salud) no ofrece muchas veces el tratamiento estándar?

La globalización permite el acceso inmediato a nuevas informaciones, pero la interpretación de los datos y la decisión terapéutica tienen que ser personalizadas, entre el paciente y su médico. El costo de las medicaciones es la dificultad. Algunas terapias dirigidas o drogas de inmunoterapia, por ejemplo, exigen una inversión anual de 150 mil a 200 mil dólares por paciente. O la medicación es autorizada por la compañía farmacéutica, sin costo, o no hay acceso. En Brasil, frecuentemente, se incluyen en estudios clínicos pacientes en etapa avanzada, cuando los resultados serán paliativos. Um costo alto con poquísimo resultado. Después de la aprobación, los estados tienen que adquirir los medicamentos. La aprobación de la droga es un hecho burocrático. Un ejemplo clásico son medicaciones contra el cáncer de mama utilizadas en EEUU hace más de diez años y que ahora se intenta aprobar en Brasil. No hay duda de la eficacia. Pacientes están muriendo porque no tienen acceso. Entra el balance entre el costo y la respuesta a la droga. Pero el énfasis en Brasil debe empezar en la reducción de los factores de riesgo.

“El intercambio entre profesionales mejorará el nivel técnico y los expertos de fuera podrán ver el potencial de la PUCRS, ayudando a perpetuar las donaciones.”

¿Por eso usted trabaja en Estados Unidos?

(Risas). Hay otro factor. Aun entre las drogas estándar, el control es muy limitado en Brasil. En Estados Unidos, si hay cualquier complicación, inmediatamente el sistema lo reconoce. Está interconectado con la industria farmacéutica. En Brasil, no tengo noción de la procedencia y de la calidad. El énfasis está invertido. Tiene que ser en el cuadro inicial del cáncer y no en el tratamiento tardío o para formalizar la comercialización de la droga. En Estados Unidos, el paciente tiene acceso a nuevas drogas después de la aprobación del FDA y antes de la aceptación del seguro médico. Eso es importante debido al número récord de sustancias aprobadas de Hematología/Oncología.

Un camino más corto.

Y rápido. El motivo de que eso no exista en Brasil es una cuestión de concepción: cómo los médicos trabajan y cómo las compañías farmacéuticas los ven. En Estados Unidos, si yo quiero asistir a um congreso, la industria no va a pagarme primera clase para ir al exterior. No llevo amigos y familiares a una cena de discusión de casos. Es ilegal. No estoy allá para vender medicamentos a otros médicos, sino para discutir cómo desarrollarlos. Si algo va mal con el paciente, tengo que documentarlo. Eso va a la compañía farmacéutica y al FDA. Cuando la droga va a la comunidad, es frecuente que aparezcan efectos que no se conocían. La educación del paciente también es fundamental. Todos reciben un manual sobre la droga y la enfermedad. Tienen en casa acceso a informaciones seleccionadas y correctas.